Jóvenes y su afán artístico por las calles de Matagalpa
Marvin Josué Montenegro, es del departamento de Jinotega, pero lo novedoso es verle trabajando en distintos semáforos de la ciudad de Matagalpa. Su trabajo no es como cualquier oficio pues se gana […]
9:32 am
19/05/2020
Marvin Josué Montenegro, es del departamento de Jinotega, pero lo novedoso es verle trabajando en distintos semáforos de la ciudad de Matagalpa. Su trabajo no es como cualquier oficio pues se gana la vida con su arte.
El arte requiere concentración y empeño, su vida está en riesgo constante y el dinero le llega con un poco de suerte.
Mientras espera que el semáforo cambie a rojo, Marvin Montenegro se para frente de los vehículos y hace algunos trucos de circo. Cuando acaba, se encamina a los vehículos y voltea su sombrero para que le den un poco de propina. Su rostro denota desgasto y sudor, algunas veces hasta el polvo perjudica su visión.
El joven también baila Break dance, tiene siete años de hacerlo y uno bailando en las calles, asegura que tiene muchos sueños para sobresalir. La familia en ocasiones lo motiva, pero también hay comentarios negativos.
«Comencé a bailar desde los 13 años, mi inspiración fue al mirar un vídeo de Break dance , tengo 7 años de bailar, lo que era un hobby se ha convertido en un oficio, mi sustento. El sueño que he tenido es viajar a un evento internacional y representar a Nicaragua, algunas personas me dicen seguí a delante y otros me dicen no tenes futuro andas ahí en las calles como loco. Si quieren aprender a bailar siempre estamos apoyando a la juventud que andan en diferentes vicios, a través del arte les ayudamos a salir de los vicios», dice el joven.
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En este trabajo artístico, a Marvin Montenegro, lo acompaña un colega y amigo suyo que prefirió no comentar sobre su vida artística, pero ambos sobreviven de sus esfuerzos.
A diferencia de Marvin, su compañero de faena vive en Matagalpa, carga en su mochila algunos elementos de circo y hace malabarismo en las calles donde se adaptan a los cambios del clima de lluvia y calor.
En ocasiones se posicionan en los semáforos del Santa Teresita, pero también en los semáforos del barrio Salomón López y parque Francisco Morazán.
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Con suerte, algunos camioneros y personas solidarias, les dejan unas cuantas monedas, mientras otros comparten algún alimento y bebida. Cuando sobra un poco de agua, lavan sus manos y rostro, y con las oscuras camisas secan su sudor y la suciedad que recogen al hacer sus trucos.
La población se distrae viendo sus artes y luego continúan su viaje, los jóvenes continúan con su recreación de calle mientras la situación de crisis ahoga sus bolsillos y vulnera sus vidas, sin que sus derechos sean respetados. Si bien este oficio no es formal, la población comprende el esfuerzo que realizan por ganarse un poco de comida y cubrir algunas necesidades de casa.
