Datos reflejan alto índice de violencia a defensoras de derechos humanos
Defensoras de derechos humanos han sido víctimas de represión por parte del Estado, esto según un informe de la Iniciativa Mesoamericana de Mujeres Defensoras de Derechos Humanos (IM-Defensoras)
«Ser defensora de derechos humanos en este país no es fácil, las mujeres sufren de diferentes maneras y a pesar de eso continúan brindando acompañamiento», expresa Eva Molina desde el Colectivo de Mujeres de Matagalpa. Según Molina las amenazas son muy fuertes y la cantidad de agresiones a las que se enfrentan las pone en una situación de vulnerabilidad sin que hasta el momento exista respuesta ante tantas injusticias.
La Iniciativa Mesoamericana de Mujeres Defensoras de Derechos Humanos (IM-Defensoras) presenta datos estadísticos muy preocupantes, según describe Molina «los órganos del poder ciudadano contribuyen a la represión y persecución». A través de la Iniciativa Mesoamericana se ha monitoreado más de 2, 300 agresiones «las personas han sido asediadas, detenidas, y mientras están detenidas sus cuerpos son violentados», comenta Molina. Las personas afectadas son madres de asesinados, familiares de presos políticos y personas que trabajan en diferentes movimientos sociales.
Para la defensora de derechos humanos Nicaragua vive en medio de tres pandemias «leyes que amenazan a organizaciones que trabajan por los derechos humanos, a esto se le suma la crisis sanitaria y los desastres ecológicos», enfatiza la defensora», muchas familias están preocupadas porque después de los huracanes la situación se torna aún más difícil, puesto que se han quedado sin sus hogares.
Puede leer: «Ni una Menos Vivas y Libres nos Queremos»
La entrevistada recuerda que durante el huracán Mitch las organizaciones de la sociedad civil lograron llevar ayuda humanitaria, en pleno año 2020 con dos huracanes que han golpeado Nicaragua no se ha podido aunar esfuerzos aseguró.
A pesar de estas y otras situaciones adversas las defensoras de derechos humanos y principalmente de las mujeres niñez y adolescentes se disponen a continuar con esta labor que se realiza de manera voluntaria en un contexto tan difícil. La esperanza es que «los datos no sigan en aumento y que pare la violencia venga de donde venga».