Entre jícaros aprendí a hacer guacales

Muchas personas estaban acostumbradas solo a los guacales, utilizaban sus ollas de barro, los comales, sus cafeteras para hacer sus cocidas de pozol
Planta-de-jícaro-en-Nicaragua
Radio Vos
9:50 am
16/09/2022
Matagalpa, Nicaragua

La planta del jícaro sabanero es muy conocida por sus bondades en la salud, sin embargo, en diferentes comunidades del municipio de Matiguás y Muy Muy del departamento de Matagalpa, sus primeros habitantes la utilizaron para hacer sus propios utensilios de cocina.

Doña Rosario Lumbi, creció en una comunidad conocida como Mayzama Adentro, ubicada entre Matiguás y Muy Muy, cuenta que  las personas mayores le inculcaron la estimación por este árbol y aprendió a elaborar guacales, cucharas de madera, ollas de barro y pastes monteros.

Lumbi explica que del árbol del jícaro se acostumbra a cortar el jícaro, se corta, se limpia, y se cuece para luego hacer los recipientes que servirán para tomar y comer, pero también quedan los guacales para guardar granos y lavar maíz.

Mientras que la hojade este árbol ancestral se utiliza para las enfermedades estomacales y también para problemas en la piel.

“Allí conocí (Mayzama) desde chavalita como procesaban sus trabajos en estos guacales, cortaban el jícaro, cuando ya estaba amarillito se le sacaba lo que tenía adentro, se sacaba la semilla para fresco, horchata para la calentura, también se agarraba ese guacal y se lijaba bien con un vidrio o cuchillo, y se ponía a cocer para sacarle todo lo que le quedaba allí», comenta doña Rosario.

También relata que a los utensilios se les daba una fineza para poder utilizarlos. Según doña Rosario, los jicarones, «la planta es como bejuco son unos grandes jicarones que se ocupaban para lavar maíz, poner la maza hacer posol y para echar ropa porque son grandes, y en los jícaros pequeños se utilizaban como huacales para beber posol, hacían cucharas para sacar frijoles, sacar comidas, se hacían guacalitos chiquitos para medir  la tacita de café, habían para tomar su medicina también, ellos tenían por medidas sus guacalitos de forma de que ellos en todo lo utilizaban y es una planta que no hace estorbo en el patio porque es muy bonita”.

En su relato continúa describiendo que el jícaro es una planta muy bella y su experiencia de aprender a trabajar con jicarón y jicarones para obtener guacales de diferentes formas y tamaños le sirvió para toda la vida.

Entre barro y jícaro

Para cocinar eran jarras de barro, para comer era cucharas de madera y los trastes eran de guacales, la piedra de moler era indispensable, no había contaminación, ya que no se utilizaban productos plásticos.

Muchas personas estaban acostumbradas solo a los guacales, utilizaban sus ollas de barro, los comales, sus cafeteras para hacer sus cocidas de pozol; tenían muchas formas, entre ellas, en forma de pichel, hacían en forma de panas ellas moldeaban con sus manos y quemaban ese lodo, después que hacían su arcilla en forma de comales y tinajas que eran para  guardar agua fresca.

Los tinacos grandes no faltaban, los usaban para cocer frijoles o elaborar cualquier otro tipo de comida.

Lumbi recuerda que en su comunidad las casas eran bien «adobadas«, y la tierra era como que estaba embaldosado allí, porque utilizaban las cenizas para hacer embarro, sus cuestiones y hornillas bien hechitas, sus trastes bien lavaditos porque el paste de ellos era el chaparro, la hoja de chaparro y la arena para limpiar allí.

La entrevistada lamentó que ahora la gente ha cambiado tanto, sale con las manos limpias a comprar esperando que les den bolsas plásticas o corre a comprar valde o pana plástica.

Expresa que guarda con mucho cariño costumbres de personas mayores que conoció en comunidades como Quirragua, Mayzama Adentro y Santa Fe, ubicadas en el municipio de Muy Muy, también las comunidades Cebadilla y Bilwas Adentro en el Jobo, Matiguás.

Toda esta zona fue reconocida como la cuna de aprendizaje de la pobladora que dice “la gente de allí hacía sus propios bolsos de tela, de sacos usaban la aguja todo el tiempo, allí se salía al pueblo a comprar muy poco porque uno producía su propio alimento”.

“Por ser hija de una maestra de aquellos años tuve la oportunidad de recorrer los campos y conocer a mis ancestros, esta riqueza la guardo porque en las comunidades hacen un gran esfuerzo por mantener sus costumbres y tradiciones”, finalizó diciendo Rosario Lumbi.


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