Productoras y productores enfrentan desafíos para siembra
Las personas productoras mantienen la esperanza de que este año el invierno sea favorable, lo cual permitiría una buena cosecha de granos básicos como maíz, frijol y sorgo, y con ello, recuperar parte de la inversión realizada.

En Nicaragua, las personas productoras agrícolas ya se preparan para la siembra de primera 2025, una fase clave que marca el inicio del ciclo agrícola anual. Este proceso exige un arduo trabajo previo que incluye la preparación del suelo, la selección de semillas y el acondicionamiento de las tierras, todo esto en medio de obstáculos crecientes como el alza de los costos de insumos y los efectos del cambio climático.
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Durante los últimos años, las condiciones climáticas se han vuelto cada vez más impredecibles debido al fenómeno de El Niño, lo que ha afectado negativamente la producción. A esto se suma la falta de financiamiento para quienes cultivan a pequeña y mediana escala, quienes muchas veces deben afrontar solos los gastos de inversión. A pesar de estas dificultades, el esfuerzo y la organización comunitaria han sido fundamentales para mantenerse firmes en el campo.
Las capacitaciones impartidas por algunas organizaciones han sido valiosas, al ofrecer herramientas sobre prácticas agrícolas sostenibles, uso eficiente de recursos y estrategias para adaptarse a las nuevas condiciones climáticas. El conocimiento técnico, sumado a la experiencia ancestral de las comunidades rurales, ha fortalecido la capacidad de respuesta ante las crisis.
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Actualmente, los preparativos en el campo ya están en marcha, con labores como la limpieza de parcelas, aplicación de insumos y uso de técnicas para mantener la fertilidad del suelo. Las personas productoras mantienen la esperanza de que este año el invierno sea favorable, lo cual permitiría una buena cosecha de granos básicos como maíz, frijol y sorgo, y con ello, recuperar parte de la inversión realizada.
El compromiso de quienes trabajan la tierra sigue siendo un pilar fundamental para la seguridad alimentaria del país. En un contexto adverso, su resiliencia y dedicación son clave para sostener las economías locales y el desarrollo de las comunidades rurales de Nicaragua.