Zonas rurales de Nicaragua sin agua potable
La ausencia de políticas sostenibles para proteger ríos, acuíferos y fuentes de agua contribuye a una crisis que podría intensificarse con el tiempo.

La escasez de agua en las comunidades rurales de Nicaragua representa una crisis urgente que afecta la salud, la economía y el bienestar de sus habitantes. La falta de acceso a agua potable limita profundamente el desarrollo humano y pone en riesgo la vida cotidiana, especialmente de mujeres, niñas y niños.
En muchas zonas rurales, las familias se ven obligadas a utilizar fuentes de agua no seguras, como ríos o pozos contaminados. Esta situación incrementa la incidencia de enfermedades gastrointestinales como diarrea y cólera. “Además, las mujeres y la niñez, principales encargadas de recolectar el agua, enfrentan largas caminatas bajo condiciones difíciles, lo cual afecta su salud física y limita su acceso a la educación y otras actividades”, señala una socióloga consultada por Radio Vos.
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La agricultura, fuente de sustento esencial para estas comunidades, depende en gran medida del agua. La escasez hídrica genera pérdidas en cultivos y compromete la seguridad alimentaria. “Sin ingresos suficientes, estas comunidades caen en mayor pobreza y muchas personas migran hacia zonas urbanas o al extranjero en busca de mejores oportunidades”, explica una líder comunitaria.
El cambio climático, la deforestación y la mala gestión de los recursos naturales agravan esta problemática. La ausencia de políticas sostenibles para proteger ríos, acuíferos y fuentes de agua contribuye a una crisis que podría intensificarse con el tiempo.
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A pesar de las dificultades, diversas organizaciones no gubernamentales y comunitarias han puesto en marcha iniciativas como la captación de agua de lluvia, restauración de cuencas hidrográficas y programas educativos sobre el uso responsable del recurso hídrico. “Sin embargo, se necesitan políticas gubernamentales más firmes y financiamiento continuo para asegurar un acceso equitativo al agua en las zonas rurales”, enfatiza la socióloga.
La escasez de agua no es solo un problema ambiental, sino un desafío urgente para la justicia social, la dignidad y el desarrollo humano. En Nicaragua, garantizar el derecho al agua requiere del compromiso conjunto de las comunidades, el Estado y la cooperación internacional. Porque sin agua, no hay vida.