Más desempleo y menos derechos en Nicaragua
La falta de empleo formal, la precarización laboral y la vulneración de derechos humanos son parte del día a día de miles de personas, especialmente mujeres, quienes enfrentan aún más barreras para acceder a un trabajo digno.

Al acercarse el Día Internacional de las y los Trabajadores, la realidad de la clase obrera en Nicaragua refleja un panorama desalentador: la falta de empleo formal, la precarización laboral y la vulneración de derechos humanos son parte del día a día de miles de personas, especialmente mujeres, quienes enfrentan aún más barreras para acceder a un trabajo digno.
Doña Juana, una mujer matagalpina que vende enchiladas en las calles, es un claro ejemplo de esta situación. A pesar de ser ampliamente conocida en su comunidad, no ha logrado acceder a un empleo formal ni establecer un pequeño negocio fijo.
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«Trabajé un tiempo escogiendo café en un beneficio, pero era algo temporal. Ahora, por mi edad, no consigo trabajo en ninguna empresa. Y no soy solo yo; hay mucha gente desempleada. Sobrevivo con lo poquito que vendo y con una remesa que me envía mi hija desde Estados Unidos», relata.
La discriminación por edad, el trabajo informal y la dependencia de remesas marcan la vida de muchas mujeres adultas mayores en el país, quienes ven reducidas sus posibilidades de independencia económica.
Por otro lado, las personas que logran obtener un empleo fijo, especialmente en el sector público, enfrentan otras formas de vulneración. Una trabajadora estatal, quien prefirió mantenerse en el anonimato, comentó:
«Trabajo para el gobierno. El empleo es estable, pero el salario es muy bajo. Además, nos obligan a participar en actividades políticas, aunque no queramos. Si no lo hacemos, corremos el riesgo de perder el trabajo. Muchos estamos en la misma situación: aparentar apoyo para sobrevivir».
Aunque el 1 y 2 de mayo son días feriados para las y los trabajadores del Estado, deben asistir a actividades partidarias, tomarse fotografías y registrarse en listas de asistencia, en un ambiente de presión y control.
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En este contexto, la clase trabajadora llega al 1 de mayo con pocas expectativas de reclamar mejoras salariales, estabilidad o derechos laborales. El miedo al desempleo, la falta de sindicatos independientes y la represión política limitan su capacidad de organización y protesta.
Un joven estudiante de Jinotega expresa la esperanza de un futuro mejor:
«Mucha gente está desempleada. El que tiene un trabajito, aunque sea malo, mejor que lo cuide. Pero yo no pierdo la esperanza de que algún día haya más oportunidades para todas y todos en Nicaragua».