Ganadería en crisis climática: voces rurales piden apoyo y acción urgente
En contextos rurales, muchas mujeres también desempeñan un rol clave en el manejo de los recursos agropecuarios, aunque enfrentan mayores barreras para acceder a crédito, tecnología o asistencia técnica.

El cambio climático está transformando radicalmente la vida de quienes se dedican a la ganadería, especialmente en zonas rurales donde esta actividad representa no solo una fuente de ingresos, sino una herencia cultural y medio de subsistencia. En 2025, los efectos del calentamiento global se sienten con mayor intensidad, afectando de forma diferenciada a mujeres y hombres que trabajan en el campo.
Las alteraciones en los patrones climáticos —sequías prolongadas en unas regiones y lluvias torrenciales en otras— están generando una crisis de incertidumbre en el sector ganadero. Esta situación impacta la producción de forraje, el acceso al agua y la salud del ganado, elevando los costos de producción y reduciendo la capacidad de respuesta, especialmente entre pequeños y medianos productores.
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“Antes podíamos planificar con base en las estaciones, pero ahora todo es un gran interrogante”, comenta un productor de la zona norte, afectado por una sequía severa que ha reducido drásticamente el rendimiento de sus pastizales.
En contextos rurales, muchas mujeres también desempeñan un rol clave en el manejo de los recursos agropecuarios, aunque enfrentan mayores barreras para acceder a crédito, tecnología o asistencia técnica. Esta desigualdad de género acentúa su vulnerabilidad frente al cambio climático.
“Los costos suben porque hay que suplementar la alimentación del ganado y protegerlo de nuevas enfermedades relacionadas con las variaciones extremas de temperatura”, explica una ganadera local, quien ha tenido que reducir su hato por falta de agua.
Frente a esta realidad, diversas organizaciones agroambientales demandan políticas públicas con enfoque de género y sostenibilidad. Entre las propuestas destacan el acceso equitativo a subsidios, sistemas de captación y almacenamiento de agua, prácticas de ganadería regenerativa y asistencia técnica para mujeres y jóvenes rurales.
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La urgencia climática exige una respuesta colectiva y solidaria. No se trata solo de salvar la ganadería, sino de asegurar la soberanía alimentaria y proteger los derechos de las comunidades rurales.
“No podemos rendirnos. Esta es nuestra vida y la de nuestras familias. Pero necesitamos apoyo real”, concluye una productora que insiste en que la resiliencia del campo debe ir acompañada de inversión, justicia climática y equidad.