Los espacios lúdicos y recreativos fortalecen el aprendizaje, la inteligencia emocional, la educación y los derechos de la niñez sobre todo en este contexto de crisis social, pero existen pocos lugares donde se fomenten y mucho son privados. La profesora Fanny Vado, explica que las actividades lúdicas tienen como objetivo aportar en la educación, cultura y la defensa de los derechos, además ayudan al crecimiento personal y desarrollo de habilidades.
Estos espacios facilitan la participación, el pensamiento propio y la capacidad de reflexionar de su realidad.
La psicóloga Lisbeth Rivera también argumenta, que la participación fomenta el desarrollo en aspectos emocionales e intelectuales, como la inteligencia emocional. Quienes no tienen esta oportunidad tendrán bajas posibilidades de relacionarse en su entorno «la niñez que viven estas experiencias desarrollan habilidades que les permiten establecer lazos con otras personas y se fortalecen las destrezas», enfatiza.
Hay una baja participación de la niñez en estos espacios que funcionan como bibliotecas, ludotecas, cuenta cuentos, por diversos factores, expresa la profesora Fanny Vado. Es difícil encontrar lugares así, porque la mayoría son privados y pagados, manifiesta la profesora. Vado recalca que la niñez, necesita de estos espacios porque es su derecho.
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Las actividades creativas son necesarias para que la niñez se relacione con otras niñas y niños, experimente a través del juego, conozca de diversos temas. Desde las organizaciones que defienden los derechos de la niñez se ejecutan proyectos y espacios para trabajar con ellas y ellos.